CONRAD, JOSEPH / MARTÍNEZ MUÑOZ, CATALINA
Ahora que la novela da síntomas de agotamiento, es el momento de recuperar la obra de no ficción de Joseph Conrad (18571924), uno de los mejores novelistas de todos los tiempos. Espigados de dos volúmenes recopilatorios, Notas de vida y letras y Últimos ensayos, en los textos que componen esta selección se han obviado aquellos que toman como pretexto la literatura. Las tres excepciones a esta norma son «Los libros», «Stephen Crane», más un homenaje a la amistad que el retrato de un escritor, y una reseña en la que Conrad toma como punto de par tida la polémica entre ciencias y artes para aclarar su postura sobre lo que es y debe ser la novela. Todos ellos son textos breves que entroncan con sus otros dos libros de no ficción: El espejo del mar y Crónica personal. En el prefacio a Notas de vida y letras Conrad decía: «desconozco si debería o no aducir una disculpa por esta recopilación, que más tiene que ver con la vida que con las letras». Sin necesidad ya de excusar nada, ése es el espíritu de este libro, del que también se podría destacar la sinceridad con la que está escrito. Los textos recogidos versan sobre algunos asuntos que Conrad trata de un modo que lo sitúa en los orígenes de una corriente hoy muy fecunda, en la que ensayo y narración, opinión y anécdota, escolio y apunte, se entrelazan y generan textos de una rara actualidad.
Joseph Conrad (Józef Teodor Konrad Korzeniowski, 1857-1924) De origen polaco, perdió a sus padres cuando era niño y con sólo 17 años se embarcó por primera vez en Francia para iniciar su aprendizaje en la marina mercante. En 1886 obtuvo la nacionalidad británica y, ocho años después, abandonó la marina para dedicarse en exclusiva a la literatura. Pronto se convirtió en uno de los escritores fundamentales de la literatura inglesa, con grandes éxitos como El negro del Narcissus, El corazón de las tinieblas, Lord Jim, Tifón, El agente secreto, Victoria y Entre la tierra y el mar (Belacqva, 2006), entre otros. Cuando murió, había tenido tiempo de contrabandear armas para los revolucionarios carlistas en España, de viajar desde el archipiélago malayo hasta la costa caribe de Colombia, de tener dos hijos y escribir más de veinte libros, de ser admirado por Henry James y por André Gide, de negarse a recibir los máximos honores de la Corona Británica y de cambiar para siempre el arte de la novela.