Los griegos son un pueblo apasionado: apasionados con la política, con la religión, con la familia... con la vida. Al mismo tiempo, son flemáticos y fatalistas: el autobús o el ferry pueden retrasarse una hora, ¿y qué? Llegará cuando llegue. Comprender estas características opuestas es empezar a descubrir la esencia de Grecia. Ser paciente cuando se requiere paciencia, como sucede a menudo, pero disfrutar de la vida cuando se puede, con la comida, la música, la risa, el baile. Grecia continental sigue siendo una de las regiones europeas menos conocidas: montañas, lagos, desfiladeros, ríos, bosques... y, sí, también playas. Las islas griegas tienen muchas virtudes, una de ellas es la de atraer a la mayoría de los turistas y permitir que la zona continental del país permanezca más auténticamente griega. Las dos ciudades principales, Atenas y Tessaloniki (Salónica), no podían estar en ningún otro lugar del mundo: antiguas y modernas, de vastas dimensiones, aunque todavía parecidas a pueblecitos, ambas ofrecen una bienvenida como una vigorosa palmada en la espalda. Su paisaje es extraordinario. Desde el Desfiladero de Vikos en el norte, el segundo desfiladero más largo de Europa, hasta los rudos paisajes del remoto Máni en el sur, la Grecia continental es una región de belleza pasmosa. Es una tierra de montañas, como las cordilleras de Píndos y Parnassós y el monte Olimpo. Es también una tierra de aldeas de montaña y de atractivas ciudades a orillas de lagos, como Kastoriá y Ioánnina, que se alzan como gemas resplandecientes en contraste con las aguas azules. Para muchos, la península es la cuna de la Grecia clásica: la riqueza histórica de Atenas, las ruinas de Olimpia, con la pista por donde corrían los atletas, la mágica geometría del teatro de Epidauros y lo más grandioso Delfos, considerada por los antiguos como el centro del universo.
Robert Hughes (Sidney, 1938 ? Nueva York 2012) vivió desde 1970 en Estados Unidos, donde ejerció de crítico de arte para la revista Time. Es autor de The Fatal Shore (1987), The Shock of the New (1991), A toda crítica (1992), Barcelona (1996) y Goya (2004). Sus libros han recibido un gran número de galardones, como el Premio Brusi de Literatura y Comunicación.