Este libro puede leerse como el dietario de unos meses donde la desesperación se adueñó de la vida del autor; o como un libro de viajes en el que Fernando Sanmartín nos narra su trayecto más triste; o como un cuento en el que un niño de cuatro años se pierde en un bosque y, tras enfrentarse a demasiados peligros, consigue salir indemne.
Un zoológico, una estación de autobuses, dos aeropuertos, un pueblo de la montaña, un parque y sus columpios, los pasillos y la habitación de un hospital son algunos de los escenarios en los que transcurre este libro, cuyos protagonistas son un niño enfermo muy enfermo y un padre desesperado, pero en el que el lector también se encontrará con un
chino a la intemperie, un republicano condenado a muerte, un torero retirado, amigos que sirven de cobijo, médicos y enfermeras que ayudan
al niño a salir adelante, entre otros personajes.
En Heridas causadas por tres rinocerontes hay rabia mucha rabia, angustia, desolación, incertidumbre, pero también ternura, alegría, compasión y esperanza.