La importancia de Virginia Woolf como novelista y como precursora del feminismo ha eclipsado su faceta de gran lectora y de crítica literaria fundamental, si bien a lo largo de su vida publicó con asiduidad en el Times Literary Supplement y en otras revistas literarias auténticas joyas ensayísticas por su finura en la apreciación de sus contemporáneos y los clásicos de la lengua inglesa, así como por el pulso firme con el que dialoga simultáneamente con el autor leído y con el lector futuro de sus textos. Esta compilación abarca toda su trayectoria, desde sus primeros desempeños en la crítica literaria y en el ensayo informal, o el esbozo literario, siendo todavía muy joven, hasta sus últimas y rigurosas piezas acerca de autores como Kipling, Melville, Dostoievski o Conrad, o a propósito del arte de la biografía, género hacia el cual seguramente se habría decantado su obra de no ser por su muerte prematura. En la vida de Virginia Woolf, en su obra ?escribió T. S. Eliot a su muerte? «se dieron unas cualidades heredadas y una voluntad inéditas e irrepetibles en la historia de la cultura inglesa». He aquí una selección extensa y variada, representativa, pero hecha sobre todo con vistas a la vigencia que tiene hoy Virginia Woolf.
Virginia Woolf nació en Londres en 1882. Hija de un erudito eminente, a su formación contribuyó en gran medida el ambiente familiar, frecuentado por personalidades artísticas, literarias y políticas. Viviendo ya la autora con su hermana, tras la muerte de su padre, los asiduos de su casa en Bloomsbury eran tenidos por detentores de una auténtica dictadura intelectual sobre el país. En 1912 se casó con el economista Leonard S. Woolf, y juntos fundaron con escasos medios la editorial Hogarth Press, que presentó escritores entonces desconocidos como Katherine Mansfield y T. S. Eliot y desempeñó un importante papel en la literatura inglesa de entreguerras. Tras sus primeras novelas, la autora quiso romper con los cánones tradicionales y se situó con El cuarto de Jacob (1922) en la corriente del monólogo interior y del fluir de la conciencia. A ésta siguieron obras cada vez más ambiciosas como La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando (1928), Las olas (1931) o Los años (1937), con las que se consagró como una de las figuras más representativas de la novelística inglesa experimental. Sus artículos y ensayos críticos están en parte reunidos en dos volúmenes del Common Reader (1925-1932). Aterrada por la idea de la locura, que al parecer unos posibles síntomas le hicieron presentir, Virginia se ahogó, en 1941, cerca de su casa de Lewes.