El I Ching es un libro único en más de un sentido: es al mismo tiempo un libro y una herramienta. Es también un cruzamiento de ciencia y ética, de ciencia y religión. Como libro sapiencial, es fuente de una irreversible sabiduría de la vida que consiste en lograr la armonía del individuo con el cambiante fluir de las corrientes universales. Corno libro oracular, provee un instrumento auxiliar para hallar esta posible armonía: una brújula virtualmente infalible para la orientación correcta. El que, en una encrucijada de la existencia, recurre al I Ching como oráculo, podrá aprender a elegir entre los senderos inciertos el más adecuado. Se verá que cada hombre tiene su tao y que lo mejor para él es seguirlo. El oráculo lo pone en contacto con el Tao de las leyes universales y le señala así su propio tao. Tal vez esta versión de Richard Wilhelm sea entre todas las existentes la que más deja traslucir la arcaica belleza poética del texto e incite en mayor grado a las posibles asociaciones universales.
Richard Wilhelm (1873-1930) es uno de los sinólogos más importantes de todos los tiempos. Vinculado durante buena parte de su vida a la editorial Diederichs, donde dirigió la colección "Religion und Philosophie Chinas", de la que se publicaron ocho volúmenes entre 1910 y 1930, y realizó brillantes traducciones de clásicos chinos, como las de el Yi King, el libro de las mutaciones y Tao Te King. Es también coautor, junto con Carl Gustav Jung, de El secreto de la flor de oro, igualmente publicado por Paidós.