La parte de su obra poética que Wislawa Szymborska, premio Nobel en 1996, conocida por su modestia y su independencia espiritual, considera ella misma aceptable ( Szymborska desautorizó sus primeras poesías, publicadas entre 1952 y 1957), se caracteriza por la maestría técnica con que, sirviéndose de la ironía, y de un verbo cincelado y desprovisto de toda afectación, ilumina el ámbito histórico de la realidad humana y biológica que le ha tocado vivir. La que aparece en sus poemas es la vida cotidiana viviseccionada con sus aspectos cómicos y dramáticos, sus altos y sus bajos, y reducida a lo esencial. Señala Mercedes Monmany en el prólogo del presente libro: Como un pintor de paredes que retira las capas sucesivas e inútiles hasta llegar al corazón de los colores originarios, su taladro poético rebana porciones de realidad, hasta dejarlas en el puro hueso. El libro, poema por poema, es una fiesta para los amantes de su obra, para los amantes de la enunciación no grandilocuente de posibles verdades, de tranquilas renuncias, de interrogantes sin cerrar, de un temblor eitistencial y metafísico que convive fraternalmente con instantes, no se sabe si felices, pero que en todo caso no se quieren cambiar por ninguno más («uno de esos terrenales instantes/ a los que se pide que duren»).
Szymborska (Prowent, actual Kórnik, 1923 - Cracovia, 2012).Escritora polaca considerada una de las voces más originales de la poesía contemporánea de su país. A partir de 1956, se desarrolla en Polonia, como en otros países del área soviética, un sentimiento nacionalista en el que participan activamente muchos intelectuales que buscan una vía para condenar y superar todo lo que fue el periodo estalinista. Szymborska opta por una reflexión personal e intimista que le devuelva un equilibrio espiritual. En 1996 fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura.