Cuando los miembros de Cahiers du cinéma arremetieron en los años cincuenta contra el cine francés de posguerra, solo salvaron de la quema a una media docena de directores. Uno de ellos fue Jacques Becker (1906-1960), cuya obra, del realismo al impresionismo, del drama a la comedia, del cine criminal al de evasiones, conectaría especialmente bien con la futura "Nouvelle vague". Formado en el cine del Frente Popular y ayudante de Jean Renoir, Becker realizó trece largometrajes y un documental colectivo entre 1936 y 1960. Conocido y prestigiado sobre todo por Casque d'Or (París, bajos fondos, 1952), espléndido relato del hampa parisina de 1900, y Le Trou (La evasión, 1960), uno de los hitos del cine de fugas carcelarias, Becker practicó todos los géneros: el drama con Falbalas (1945), la comedia con Antoine et Antoinette (Se escapó la suerte, 1947) o Édouard et Caroline (1951), el cine de gángsteres con Touchez pas au grisbi (1954) e incluso el relato de ladrones de guante blanco con Les aventures d'Arsène Lupin (Las aventuras de Arsenio Lupin, 1957). Clásico consensuado del cine francés, es también un cineasta de la modernidad.