La figura de Jacques Tourneur se sitúa en una suerte de limbo del sistema de estudios del período del cine clásico norteamericano. La especificidad de la escritura fílmica tourneuriana y su característico lirismo formal radica en una depurada economía y fluidez narrativa, la preferencia por la connotación antes que por la denotación, la densidad significante de sus imágenes y la contrastada iluminación de cariz expresionista que presentan sus filmes, cuyas ficciones se vertebran en torno a una acentuada ambivalencia y relativización de la verdad. En la filmografía fantástica de Tourneur se pone en cuestión la concepción del mundo según la cual se representa al hombre occidental como centro del universo. Ese punto de vista (re)presentado como verosímil, cierto e indiscutible en otras producciones culturales es sometido a toda clase de agresiones narrativas y formales en los filmes fantásticos de Jacques Tourneur mediante la introducción en sus universos diegéticos de un peligro latente y difuso que amenaza con el desmoronamiento de toda certeza.