Novela póstuma, Juan el Peregrino (1981), publicada tras la muerte del autor pero escrita en los años cincuenta, regresa a los escenarios que ya visitará Waltari en la que él consideraba su obra maestra, El sitio de Constantinopla (1952). En ella, mediado ya el siglo XV, Juan, un joven teólogo, maltratado por la brutalidad de los tiempos en que le ha tocado vivir y atenazado entre Oriente y Occidente no menos que entre la carne y el espíritu, se embarca en la expedición cristiana que parte para liberar Bizancio del asedio turco. Allí caerá en manos del sultán Murad y, después, en las de su hijo Mohamed II, el futuro conquistador de Constantinopla, para el que será tanto esclavo como confidente. Una era morirá ante sus ojos mientras se anuncia una nueva indisolublemente unida a la pujanza económica y a formas de violencia hasta entonces desconocidas. Comparada por la crítica con Opus Nigrum, de Marguerite Yourcenar, narra con delicadeza, maestría y rigor histórico las sorprendentes vivencias de un hombre al que solo arrastra su pasión por el cono cimiento.