Para caminar en línea recta, primero hay que inclinarse hacia un lado, y después, hacia el otro, aconseja un antiguo proverbio chino. En el esfuerzo por conseguir resultados, que es lo que justifica al fin y al cabo la existencia de la empresa, los directivos se inclinan hacia ambos lados, aunque no siempre con acierto. El bagaje de la experiencia se muestra impotente para disipar la incertidumbre. Si es verdad que sólo la mitad de nuestras experiencias resultan útiles para decidir con éxito en los retos del presente, lo inquietante estriba en descubrir cuál 50% válido, y eso no es una tarea banal. La aventura del liderazgo pretende plantear preguntas que animen a reflexionar a directivos y empresarios, antes que ofrecer recetas para ser eficaces o hacer felices a los demás. A menudo, la ceguera que impide ver la solución procede de una patología directiva previa, que consiste en la falta de talento para identificar el verdadero problema. El futuro, escribe Bioy Casares, es un mundo en el que hay de todo, si no encontramos lo que buscamos, será porque no sabemos buscar.