En octubre de 1944 la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico había dado ya un vuelco claro a favor de los Aliados. En Washington se empezaba a plantear el asalto final al territorio metropolitano japonés. Pero la decisión de cómo llevarlo a cabo iba a ser una de las más difíciles de tomar para el presidente Roosevelt. Ante él se abrían dos posibilidades de acción. Para la Marina y el almirante Nimitz, en el Pacífico central, se debía seguir el camino directo a Japón, conquistando previamente Formosa y las islas Volcano y Bonín. Frente a ellos, uno de los personajes más carismáticos de Estados Unidos, el general MacArthur, partidario de tomar Filipinas como paso previo al ataque a territorio nipón. La opción de Roosevelt por el plan de MacArthur conduciría al desembarco estadounidense en Leyte y al canto del cisne de la Marina y la Aviación niponas. Conscientes de la extraordinaria importancia de Filipinas para el devenir de la guerra, el Cuartel General Imperial en Tokio decidió buscar una batalla naval que fuese decisiva y para ello empeñó los restos de su flota y de su fuerza aérea. En Leyte se libraría la mayor batalla aeronaval de la Historia y al terminar, la suerte de Japón ya estaba decidida. Escrito a partir de los testimonios de muchos de los supervivientes de la batalla, tanto estadounidenses como japoneses, y de una intensa investigación en los archivos políticos y militares de ambos países, La Batalla de Leyte es sin duda el libro de referencia no sólo para conocer el curso de la batalla sino también para acercarse a los hombres que la libraron, a su forma de vivir, de pensar y de combatir. El autor nos conduce hasta los buques, los aviones y los despachos y nos descubre a las personas que estaban allí. Su forma de plantear la narración subyuga al lector, al que introduce en el curso de los acontecimientos de un modo tan directo que le sumerge y prácticamente le integra.