En La clase muerta Kantor recreó una escuela de ancianos muertos que se encontraban con los también fantasmas-niños, representados por maniquíes, de su infancia. Los personajes, a lo largo de La clase muerta, desarrollan historias en las que recordar cómo se aprendía. En 1942 son asesinadas en Wielopole ochocientas cincuenta personas. La manera en que Kantor trata en Wielopole, Wielopole el componente militar, su premonición de muerte y ese carácter de separación radical del mundo de los vivos, la abren a una dimensión significante universal y lleva hasta sus últimas consecuencias su idea del teatro de la muerte.