Un europeo ha de verse a sí mismo como hijo de las antiguas Grecia y Roma, del legado bíblico-judío, del universo medieval, del humanismo renacentista, de las aportaciones ilustradas y románticas, de la modernidad, del vanguardismo. Avanzar en la edificación europea prescindiendo de sus herencias artísticas y culturales es como levantar una casa sin cimientos. La construcción estética de Europa propone un amplio recorrido por temas y autores en continuo diálogo en el campo del arte, del pensamiento y de la ciencia europeos.