Nuestra tarea, ciertamente, no es arrojar la globalización por la borda, sino aprehenderla y utilizarla como vehículo para la primera revolución democrática mundial, afirma George Monbiot en este ensayomanifiesto: «un libro extremadamente importante» (Michael Meacher, The Guardian).\nEn todo el planeta, los ricos se hacen más ricos, mientras que los pobres se ven abrumados por las deudas y el desastre. El mundo no es gobernado por su pueblo, sino por un puñado de ejecutivos no electos o infraelectos, que toman decisiones de las que dependemos todos en relación con la guerra, la paz, la deuda, el desarrollo y la balanza comercial. Sin democracia a nivel mundial, los demás carecemos de medios para influir en esos hombres y quedamos limitados a denunciar el abuso y lanzarnos contra los frentes policiales que defienden sus reuniones y sus decisiones. ¿Tiene que ser así? George Monbiot no sólo sabe que las cosas deben cambiar, sino también que pueden cambiar. Inspirándose en décadas de pensamiento relativo a la organización y la administración política, fiscal y comercial del mundo, este autor ha desarrollado un conjunto coherente de propuestas, todas ellas propias, que intentan nada menos que una revolución en la manera de gobernar el mundo. Si estas propuestas llegan a hacerse populares, nunca más se podrá decir a los críticos del orden mundial actual: «Sabemos qué es lo que no queréis, pero no qué queréis.»\nFerozmente polémico y, sin embargo, persuasivo, lo que Georges Monbiot ofrece en La Era del Consenso es una perspectiva auténticamente global, un sentido de la historia, una defensa de la democracia y una comprensión del poder y de cómo debe ser arrebatado a quienes no son dignos de retenerlo. Las ingeniosas soluciones que sugiere para algunos de los problemas más apremiantes del planeta lo señalan tal vez como el utopista más realista de nuestro tiempo y como hombre de pasión contagiosa y con ideas, como seguramente muchos convendrán, cada vez más irresistibles.\n«El problema no es la globalización per se, sino su naturaleza desigual: el hecho de que se aplique al terreno económico pero no al político... George Monbiot argumenta que la política se puede globalizar de una forma creíble tan sólo de un modo: mediante la creación de un parlamento mundial cuyos poderes estén por encima de las naciones y de los organismos internacionales» (Michael Prowse, Literary Review).\n\n