Persia, año 1090, surge una secta secreta musulmana centrada en el homicidio religioso, que se propaga hacia Siria y cuyos adeptos, por consumir hachís, son conocidos en Occidente con el nombre de asesinos. Drew McLane era el agente estrella de una organización clandestina de asesinos sancionados por el gobierno. En un intento por eliminar a Drew, alguien mata a un monje de esta misteriosa hermandad, heredera de los designios de la secta asesina, decididos a proteger a la Iglesia a cualquier precio. Comienza así un furiosa batalla donde Drew deberá confrontar una realidad aterradora, una siniestra conspiración sin precedentes en la historia de la Iglesia. Esta narración de David Morrell de trama impecable sobre un asesino reformado y con vetas de religiosidad no es solo una novela intensa y emocionante, sino que plantea algunos dilemas morales exquisitos. El autor pone el dedo en la llaga de varios problemas espinosos a los que se enfrenta el mundo actual, y a pesar de no dar una solución, revisa con imparcialidad los distintos puntos de vista. A través de los ojos de Drew, el lector se ve arrastrado a un mundo donde, para contrarrestar los actos de pura violencia y terrorismo, entra en juego una nueva orden para combatir a los asesinos. ¿Acaso son tan diferentes de la gente a la que dan caza? Esta es la pregunta extremadamente controvertida que plantea Morrell. Ni la Iglesia Católica, con su historia de profundas raíces y su tácito poder, escapa al ojo explorador del autor. Al combinar intricados detalles monásticos y religiosos con información fascinante sobre armamento y formación de personal para acabar con el terrorismo, al engranar el pasado con el presente en una narrativa sin costuras, Morrell da vida a una historia repleta de preguntas y suspense, tan inolvidable como claramente absorbente.