Aquí vemos al general Primo de Rivera, abatido e insomne en la soledad de su despacho, escribiendo una nota que nadie ha leído hasta ahora. A su hijo José Antonio en su particular corredor de la muerte, ordenando unos pensamientos que por fin salen a la luz. Y al nieto y sobrino de ambos, Miguel Primo de Rivera y Urquijo, que intenta recolocar los añicosde un apellido simbólico. Jorge Bonilla, exsecretario personal de Miguel Primo de Rivera y Urquijo y documentalista de los archivos familiares, rescata del olvido ciertos datos absolutamente desconocidos para el público que esclarecerán detalles hasta ahora ignorados.