ARNAL GIL, TXABI / BLASCO LOPEZ, JOSE ANTONIO (Ilustración)
Caperucita Roja quiere pedir perdón al lobo. Cree que el castigo que recibió de manos del leñador fue excesivo y que no tenía por qué morir. Le ha enviado decenas de cartas hasta la luna, pero nunca recibe una respuesta. El cartero, a quien le ha estado robando los sellos para sus cartas, le explica que sus cartas nunca han llegado al destino, pues no es posible alcanzar la luna.
Me imagino que la culpa de que ahora esté escribiendo este párrafo la tienen Mortadelo y Filemón, Long John Silver, Batman y mi madre, quien me despertaba (sí, sí, despertaba) cada mañana con las aventuras y desventuras de la Ratita Presumida. El caso es que mi relación con la literatura infantil dura ya cuarenta años, y no observo indicio alguno que me haga sospechar que nuestro idilio tenga fecha de caducidad. Aunque algo han cambiado las cosas: ahora conozco muchísimos más personajes e historias maravillosas, y de vez en cuando me atrevo a crear algún pequeño cuento. Así han nacido Rasa, un oveja con problemas de dicción, Marixa, una poetisa perseguida por la policía, Noelia, fan número uno del bíblico Noé, las hermanas ladronas Fernández, el Huracán enamorado de una pequeña mariposa o el rey inglés al que le dolía horriblemente la cabeza. Y ahora os tengo que dejar. Una idea ronda mi cabeza y más vale que le dedique un poco de atención no se vaya a esfumar.