La producción religiosa de Góngora es una de las facetas del autor menos atendidas por la crítica, lo cual no deja de ser paradójico, ya fue la que mejor se ajustó a su vida cotidiana. En efecto, su existencia fue la propia de un hombre de Iglesia en el Siglo de Oro. Este volumen ofrece un primer asedio a varios aspectos de la misma, atendiendo a la variedad de formas y tonos que ofrecen los sonetos, los villancicos y letrillas, la canción heroico-sacra y las octavas celebrativas. El tomo se corona con el comentario de un soneto de exaltación mariana firmado por Lope de Vega.