Con modestia confiesa Mori al inicio de la obra que no pretende realizar una historia del periodismo español; sin embargo, al día de hoy esta obra sigue siendo fundamental para quien quiera conocer lo que fue la prensa española, al menos desde comienzos del siglo?XX hasta el final de la guerra civil. Es también un gran homenaje a la profesión periodística, pues el autor afirma que: «Por cada periodista venal nos encontramos con ciento, capaces de entonar los más armoniosos himnos a la decencia y a la libertad. El periodismo español de nuestro tiempo ha sido, en general, espejo de caballeros y batalla entre hidalgos, pobres y soñadores». Se trata, en realidad, de una larga crónica periodística acerca de las experiencias vividas, leídas y sufridas por el periodista Arturo Mori. Se trata de memorias y recuerdos personales de sus colegas de profesión; una evocación, a veces poética, de los periódicos y revistas, de sus avatares y sus luchas, contada de modo ameno, desde la nostalgia y la lejanía. Hay momentos en que nos parece asistir a una representación teatral, por cuyo escenario desfilan los protagonistas de esa obra sin fin, que es el periodismo español durante treinta años del pasado siglo (1909-1939). No olvidemos que Mori fue un hombre de teatro.
Arturo Mori Salas (Barcelona, 1888-México, 1953). Fue uno de los periodistas españoles más conocidos en los años veinte y treinta, en parte también por su faceta de hombre de teatro. La obra que presentamos tiene también un contenido autobiográfico. Poco sabemos de la infancia y juventud del autor, salvo que había estudiado Filosofía y Letras y que fue uno de los fundadores en 1909 de la Asociación de la Prensa de Barcelona. En su declaración ante las autoridades mejicanas de Veracruz, al llegar exiliado a bordo del Ipanema el 7 de julio de 1939, procedente de Francia, hizo constar que tenía 53 años, natural de Barcelona, casado, afiliado a Unión Republicana y a la Unión General de Trabajadores, y que había ocupado el cargo de Secretario de Embajada durante la guerra; también quiso hacer constar que era poseedor de la Legión de Honor de Francia, por su labor periodística durante la Gran Guerra. A una gran capacidad de trabajo y visión periodística de nuestro autor debemos la impagable obra Crónica de las Cortes Constituyentes de la Segunda República Española, y que recoge en 13 tomos los grandes debates y obra legislativa del primer bienio republicano. Durante el exilio, además de sus colaboraciones en la prensa mexicana, la mayoría de crítica teatral, dedicó grandes esfuerzos a la creación, en 1942, de la Agrupación Profesional de Periodistas y Escritores Españoles en el Exilio, asociación que presidió, y que tenía entre otros fines los de solidaridad con las familias de los compañeros que habían sido fusilados o que permanecían encarcelados en España. Fue una entidad muy plural políticamente, cosa poco común en las organizaciones del exilio, y consiguió gran respetabilidad en la sociedad mejicana.