La Zaranda está otra vez entre nosotros, en nuestras páginas, en nuestros catálogos. ¿Y con qué cosa? ¿Siempre con lo mismo? ¿Pero es que se puede estar con otra cosa que no sea la misma vida, la misma agonía, la misma muerte? Sí que se puede, pero no es ese el papel que hay que esperar de La Zaranda. Su mensaje es, a fin de cuentas, como el de unos toreros de la muerte, que sacaran su diversión de la vecindad y hasta de la familiaridad con lo horrible. Pero La Zaranda es también un mensaje de misericordia.
La Zaranda es un fenómeno insólito e inclasificable en el panorama del teatro español de las últimas décadas; pero también es posible hallar, entre sus raíces, el teatro de la muerte de Tadeusz Kantor y, lo que no ha sido todavía reseñado por la crítica, el legado literario de Valle Inclán. La lectura de estos dos dramas aporta datos elocuentes para una definitiva valoración de un fenómeno que resulta fascinante sobre los escenarios ?cuando pasa de la literatura a las tablas? y cuya entidad se debe sobre todo, sin duda, al excepcional talento y a la gran imaginación de sus componentes. Como un organismo vivo ?y moribundo siempre, eternamente moribundo? reaparece siempre este testimonio andaluz y universal, hoy al alcance de los lectores en su entidad propiamente literaria: La puerta estrecha y Ni sombra de lo que fuimos. Una puerta de los infiernos y caminos que no llevan a ninguna parte.
Forma parte del teatro La Zaranda desde hace tres décadas. Como autor y dramaturgo ha estrenado una quincena de obras, representadas en más de treinta países y premiadas por la crítica de Buenos aires, Nueva York, Montevideo, Madrid, Barcelona? recibiendo el premio Nacional de Teatro con La Zaranda en 2010. Ha impartido cursos y dictado conferencias en Italia, Francia, Estados Unidos, Brasil, Colombia, España? Publicando todas sus obras dramáticas, y un ensayo de teoría teatral, ?Orientaciones en el desierto?, así como artículos en periódicos y revistas especializadas nacionales y extranjeras.