La risa, como fenómeno, no acostumbra a ser objeto de estudio. Tiene sentido; cuando la reflexión entra por la puerta, la comicidad se va por la ventana. Sin embargo, puede ser que, escondida entre carcajadas, encontremos alguna pista acerca de cómo es nuestro tiempo, y qué nos caracteriza como miembros de una cultura concreta. ¿De qué nos reímos? ¿Qué se activa en nuestra mente para que ciertas bromas nos hagan reír y otras nos parezcan de mal gusto? ¿Podemos encontrar algo común en el fondo de cada carcajada? ¿Qué dice la risa sobre cada uno de nosotros? Henri Bergson, por primera vez en la historia de occidente, trató de dar respuesta a todas estas cuestiones. A primera vista, parecería que los motivos que nos hacen reír hoy en día difieren mucho de los que provocaban carcajadas a finales del siglo XIX. Al fin y al cabo, Bergson nunca vio un meme ni conoció los stand-up. Pero hoy, cuando los límites del humor aparecen por todas partes, resulta interesante salir de la disputa sobre si la burla a un presidente es ofensiva o no, y tratar de entender la risa como puerta de entrada a nuestros dogmas más profundos. Henri Bergson (1859-1941) fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1927, por sus numerosos trabajos en el campo de la filosofía, la sociología y la psicología. Leído y admirado por autores como Abraham Maslow, Gilles Deleuze o Marcel Proust, es uno de los mayores exponentes de la epistemología francesa.
Henri Bergson (París, 1859-Auteuil, 1941), escritor y filósofo francés, fue Premio Nobel de Literatura 1927. Elegido como miembro del Colegio de Francia, multitudes de todo tipo acudían a escuchar a este fascinante filósofo judío de tendencias místicas que, como dice en su testamento, se habría hecho católico de no ser por las persecuciones de que los nazis hicieron objeto a su raza. Publicó La risa, entre otros libros.