El joven Alberto, un estudiante monárquico portugués, ante la necesidad de exiliarse con la llegada de la republica, se encuentra ocioso y desesperado malviviendo en La Flor de la Amazonía, la fonda que su tío Macedo regenta en Belém de Pará, Brasil. Hasta que decide aceptar la oferta de emplearse como seringuero (recolector de caucho) en la explotación llamada Paraíso, cientos de kilómetros río arriba, en el corazón de la Amazonía. Pero aquel lugar no es el Paraíso, sino el Infierno.
Esta obra, de carácter autobiográfico, supuso la consagración de Ferreira de Castro. En ella está toda la belleza, la grandiosidad y el terror (como en El corazón de las tinieblas o La vorágine) de la selva amazónica.
¿Qué se hace con ese portugués o lo que sea?
Espere
¡Balbino! ¡Balbino! y cuando éste se aproximó: Balbino, ese hombre que usted trajo
¿Qué hombre? ¡Ah! Es el portugués que me recomendaron en el Pará.
Cayetano vio precipitarse el momento de vaciar el despecho que le había causado la elección de Balbino para ir al Ceará:
No comprendo cómo usted trajo una calamidad de ésas. Ya sabe que carcamán y marinero solo son buenos para regatón
José Maria Ferreira de Castro. Salgueiros, Oliveira de Azemeis, 1898 Oporto, 1974. Huérfano de padre, con sólo trece años emigra al Brasil. Permanece un mes en Belem del Pará y desde allí se traslada al Seringal llamado Paraíso, a orillas del río Madeira. Tras regresar a Belem, en la más absoluta miseria, se enrola en un barco que navegaba el Oyapock. Luego trabaja en el diario A Cruzada, comienza a escribir Alma Lusitana (1916), O rapto (1918) y funda el periódico Portugal. En 1919 regresa a su país y publica en diarios y revistas, y también numerosas novelas. Viaja por el Mediterráneo y luego, en 1939, recién casado, alrededor del mundo con su mujer, la pintora española Elena Muriel. Con Terra Fria (1934), A Lã e a Neve (1947) y, sobre todo A selva (1930), alcanzaría la fama y la excelencia literaria.