La señorita de Trevélez es una de las piezas fundamentales en la obra de Carlos Arniches. El autor, que había cultivado con gran éxito sainetes intrascendentes de fácil aceptación por el público, consigue con esta obra ser considerado por la crítica como uno de nuestros grandes dramaturgos y dejar una huella que perdurará en el teatro contemporáneo español.
Carlos Arniches y Barrera nació en Alicante el 12 de octubre de 1866. Su infancia transcurrió cargada de zozobras políticas y revueltas sociales. De familia modesta, realiza sus primeros estudios en el colegio «La Eucación »y en el «San José», donde tiene como condiscípulos a Joaquín Dicenta y Rafael Altamira. Su padre perdió su empleo y se vio obligado a trasladarse a Barcelona. Allí, Arniches va a trabajar en la banca Freixas y a colaborar en la Vanguardia. En 1885 sus aficiones literarias le conducen a Madrid, donde entra como redactor en el Diario Universal. Pasa hambre y duerme en un banco del paseo del Prado. Consigue editar «Cartilla y cuaderno de lectura (Trazos de un reinado)», síntesis biográfica del reinado de Alfonso XII. Esta publicación le resuelve su problema económico y le permite entrar en contacto con el pueblo bajo de Madrid, del que extraerá materia para sus obras. La obra que le consagra es «El santo de la Isidra». Para Arniches , la verdadera y auténtica política no es otra que la del trabajo honrado en pro de la comunidad social. Al mismo tiempo que Arniches lleva los tipos madrileñistas al teatro, el pueblo asimila sus personajes, los imita. Nada más comenzar la guerra se traslada a Argentina. Terminada la guerra vuelve a España y muere en 1943 en Madrid.