Aicha, nacida entre dunas en un campamento de refugiados saharauis en el desierto argelino, había llegado a España con el programa Vacaciones en Paz. Vino para dos meses y se quedó seis años con Julia y Javier, sus padres de acogida. Sin embargo, sus padres Embarelc y UmSad le pidieron que volviese al desierto para cuidar de la frágil salud de su madre. Justo antes de embarcarse rumbo al desierto, un hombre oscuro le dijo a Javier con un susurro de secretos: Si queréis volver a verla, no la dejéis marchar. Recuerda que los saharauis también somos moros y que ella ya no es una niña. Pero Aicha tomó aquel avión.
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