Hasta ahora, la industria del entretenimiento, propia de un tardocapitalismo delirante, ha sabido canalizar los miedos de una sociedad tanto más desamparada en el espacio público real cuanto más libre se creía en el ciberespacio virtual mediante la transformación del terror en horror, convirtiendo en gozosos sentimientos de escalofrío disrupciones bien reales, pero convenientemente centrifugadas fuera de nuestras vidas cotidianas como figuras del miedo: el drogadicto, el terrorista o el travestido. Pero, de pronto, la conjunción entre globalización económica, obediencia interesada de los gobiernos nacionales a los dictados de los mercados transnacionales bigtech e industrialización contaminante a nivel planetario ha provocado un retorno del terror que no puede ser ya maquillado: el cambio climático, que nos aboca a una catástrofe ecológica, y las distintas oleadas de epidemias víricas, coronadas en la actualidad por la difícilmente resistible pandemia del SARS CoV-2 a nivel microfísico. Frente a este doble frente, el libro aboga por el restablecimiento de una figura salvífica del miedo casi olvidada: el pudor, o sea, la contención y el respeto ante la desnudez inerme, el sufrimiento y el misterio de la muerte. Una propuesta difícilmente aceptable. Pero, como reza el apotegma, decía Sócrates y recoge Platón: ?a?ep? t? ?a??, «arduo es lo bueno» (Hipias I, 304e; República IV, 435c).
Catedrático de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid desde 1998. Actualmente profesor del máster de la dicha universidad titulado "Filosofía de la Historia: Democracia y Orden Mundial".