Las dos citas que encabezan Las ruinas y la rosa, la primera de Flaubert -'A veces creo que estoy equivocado al querer hacer un libro razonable en vez de abandonarme a todos los lirismos, violencias, excentricidades filosófico-fantásticas'-, y la segunda de Cioran -'Hay que escribir para decir algo, no para realizar una obra'-, parecen, si no explicar el sentido de estas páginas, sí ofrecerles un marco de actuación y pensamiento. El autor dice haber renunciado aquí a cualquier proyecto de 'libro', en el sentido convencional, para dar rienda suelta a toda clase de fantasías y caprichos, desde un apunte sobre la vida diaria hasta una grave observación sobre Spinoza, Kant, Simone Weil o Agnes Heller, pasando por la nota erudita, el aforismo, el recuerdo de infancia, el homenaje a los maestros, la evocación de la Barcelona bombardeada de 1938, la acotación irónica o el poema en prosa. Cuaderno 'abierto' de reflexiones, el lector accede aquí al crecimiento de una mente incitada tanto por estímulos y arrebatos como por bruscas aceptaciones y rechazos que dan lugar a 'pensamientos sensitivos' y a la 'verdad' sensib
(Las Palmas, 1952) es poeta y ensayista. Cursó estudios de Letras Hispánicas en la Universidad de Barcelona. Su poesía se recoge en el volumen En el cuerpo del mundo (2004), al que siguió La sombra y la apariencia (2010). Recibió el Premio de la Crítica por su libro de poemas La roca (1984) y el Premio Nacional de Traducción (1982) por su versión de la poesía completa de Salvador Espriu. Entre sus libros de crítica y ensayo figuran Cuaderno de las islas (2011), Variaciones sobre el vaso de agua (2015), Nuevas cuestiones gongorinas (2018) y Jorge Oramas o El tiempo suspendido (2018).