Tercer libró del Pentateuco, el Levítico, así denominado por los judíos de habla griega, contiene las prescripciones rituales que debían poner en práctica los sacerdotes de la tribu de Leví A pesar de que el texto fue compuesto en el periodo postexílico (alrededor del siglo V a. C.), su origen es mucho más antiguo. De ahí que las prohibiciones alimenticias y las reglas relacionadas con la pureza conserven vestigios de una época primitiva, fuertemente marcada por concepciones mágicas. Este fascinante, sensible e iluminador estudio de Mary Douglas es cl primer intento de presentar el Levítico desde una perspectiva literaria } antropológica. Sin desdeñar una mirada teológica, analiza el estilo retórico de éste y de los otros libros «sacerdotales» para dar cuenta de una cultura que, aunque lejana en el tiempo, poseía un sentido profundo de la trascendencia divina, traducida en normas legales y en estructuras sociales destinadas a la formación de un pueblo que adoraba a un solo Dios en medio de naciones politeístas. Así, dentro de un marco narrativo sencillo, en el Levítico aparecen las leyes que han de regir las ceremonias de los sacrificios, las pautas necesarias para las investiduras de los sacerdotes, los límites entre lo puro y lo impuro, los bienes y los animales que deben ser consagrados a Dios como respuesta amorosa a la Alianza establecida entre Yahvé y Moisés en el monte Sinaí. A partir del estudio detallado del pensamiento mítico, que recrea un pasado firme e incuestionable, la autora examina la función de los rituales en el Levítico, que procuraban excluir el culto a los espíritus de los muertos, a los dioses de la fertilidad, a los demonios de formas cambiantes, además de cuestionar la función de los oráculos, los magos y los adivinos en una época de fuerte agitación política y cultural.