No hay una sola nación europea cuyos ciudadanos no hayan sido convocados por su rey para luchar contra los papas a lo largo de la historia de la Iglesia. Desde el siglo ii hasta la caída de Roma el 20 de septiembre de 1870 no ha habido ni un solo romano pontífice que se planteara seria y públicamente la conveniencia de abandonar la propiedad de los territorios pontificios, es decir, de renunciar al poder. Pero ¿cuándo y cómo se convirtió en una institución terrena un reino que no es de este mundo? Esa es la pregunta que se planteó Antonio Castro. Por eso este libro no es una historia de la Iglesia, ni de los papas, sino del poder en la Iglesia. Un poder que crea imperios, reparte el mundo, corona y destrona, decide si se mueve el sol o la tierra y quiénes deben morir. Antonio Castro realiza una investigación rigurosa y documentada sobre el proceso que transformó la dinámica de una sencilla comunidad de pescadores en la estructura de poder más sólida de occidente capaz de sentar en el trono de César Augusto al sucesor de Pedro, un pescador del mar de Galilea. Para ello el autor identifica y describe los