1. Juventud rabiosa
2. Actores teatrales convertidos en actores políticos
3. Ridiculización de la realidad
4. Representación vs realidad
5. Radicalismos impostados
6. Transgresión auténtica
7. Arte como provocación
8. Provocación como arte
9. Narrativa española contemporánea
10. Innovación literaria
Esto va de una juventud rabiosa que ota entre los restos del naufragio; de un grupo de actores teatrales que se convierten en actores políticos y deciden que la realidad solo se puede retratar a través de la ridiculización, y que esta, para ser creíble y ecaz, debe empezar por uno mismo y alcanzar a nuestros maestros literarios.
Quiénes son los combatientes: los que saltan a la comba (como los boxeadores en sus entrenamientos), los integrantes de una compañía de teatro universitario, los jóvenes que en la España del s. XXI sobreviven hartándose de amor ya que no pueden hartarse de pan, en palabras de la socióloga Layla Martínez.
Este es un libro acaso una novela, acaso una obra de teatro que cuenta a través de la cción una historia verdadera, que habla de representación y realidad, de radicalismos impostados y transgresión auténtica, del arte como provocación y de la provocación como arte, y lo hace retando a la lectora (y también al lector) en un juego nada inocente que incorpora, a veces citando y a veces sin citar, textos ajenos.
Cristina Morales debutó como novelista con esta obra galardonada con el Premio INJUVE 2012 que acota ya con contundencia el camino literario que la ha convertido en una de las voces más innovadoras, radicales y necesarias de la actual narrativa española.
Cristina Morales (Granada, 1985), licenciada en Derecho y Ciencias Politicas y especialista en Relaciones Internacionales, es autora de las novelas Los combatientes (Caballo de Troya, 2013), galardonada con el Premio INJUVE de Narrativa 2012: «Ha articulado ingeniosamente generos y tradiciones literarias para ofrecernos este autorretrato» (Fernando Castanedo, El Pais), «Los combatientes juzga al lector. Me interesan los libros que me retan y me cuestionan» (Marta Sanz, El Confidencial), «En su