Los geniecillos dominicales, considerada una de las primeras novelas urbanas de América Latina, salió a la luz en 1965. En esta novela, las calles de Lima se convierten en el escenario de un joven estudiante de Derecho, Ludo, en plena crisis vital, de confrontación entre la juventud y la madurez, entre una vocación discutible y un futuro incierto. En las primeras líneas de la historia, este protagonista aparece en la oficina, está aburrido y con sed, por todo eso es que Ludo interrumpe el recurso de embargo que está redactando y lanza un gemido poderoso, renuncia a su trabajo y se dispone a callejear por la ciudad en una especie de aventura iniciática. El gemido que lanza cuando empieza la novela recorre todo el libro hasta su fin. En palabras de otro escritor peruano, Mario Vargas Llosa, Con esta novela, Ribeyro no sólo ha trazado su biografía espiritual de escritor, ha escrito además el más hermoso de sus libros, el de gloria más cierta y durable.
Julio Ramón Ribeyro estudió Letras y Derecho en la Universidad Católica de Lima. En 1960 emigró a París, donde trabajó como periodista en France Presse y, posteriormente, como consejero cultural y embajador ante la UNESCO. Sus obras han sido traducidas a numerosos idiomas y ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1983, el Nacional de Cultura en 1993, ambos en Perú, y el Juan Rulfo en 1994. Dueño de una obra que toca una inmensa gama de registros, su producción cuentística es una de las más fecundas y significativas del siglo XX. Entre sus colecciones de relatos figuran Los gallinazos sin plumas (1954), Cuentos de circunstancias (1958), Las botellas y los hombres (1964), Tres historias sublevantes (1964), Los cautivos (1972), El próximo mes me nivelo (1972), Silvio en El Rosedal (1977), Sólo para fumadores (1987) y Relatos santacrucinos (1992).Su narrativa breve ha sido reunida en La palabra del mudo (1973), La juventud en la otra ribera (1983) y en Cuentos completos (1994). También ha publicado las novelas Crónica de San Gabriel (1960), Los geniecillos dominicales (1965) y Cambio de guardia (1976); una recopilación de ensayos y artículos literarios, La caza sutil (1975); los textos aforísticos Dichos de Luder (1989); sus diarios, La tentación del fracaso (1992-1995; Seix Barral, 2003); y las piezas teatrales recogidas en Teatro (1975) y Atusparia (1981).