La historia de los jesuitas es una historia difícil. Sus estructuras son más complicadas, su singularidad es evidente, sus campos de acción han sido y son mucho más amplios que el de los otros institutos religiosos. Por lo que significó en España, América y Filipinas, por su identificación con la sociedad y con la Iglesia, resulta complejo despojarse de la pasión que ha poseído a tantos como se han ocupado de la Compañía de Jesús, con frecuencia más desde la ladera polémica que desde la investigación y la contemplación serenas, dejándose seducir por estereotipos, cuando no por el mito del jesuitismo y del antijesuitismo, por el aborrecimiento o por las exigencias de la autodefensa.