Es posible que los muchos personajes de esta obra tengan más que ver con la historia que con la literatura. Es decir, que no se puede decir que sean personajes literarios a los que el sentido de una peripecia narrativa (como ocurre en las novelas y en las mitologías) logra redimir al fin al atribuirles un papel que los justifica ante el destino que trasciende sus vidas de carne y hueso. Todos ellos, sin embargo, soñaron muchas veces con esa gloria en plenitud y todos supieron de su fracaso. Así que el tiempo no es aquí, pese a esos anhelos infinitos, sino la red de historias mínimas, cuentos y relatos que en un pequeño lugar de una España que ya no existe, vivieron esas existencias puras y desnudas de paisanos y forasteros, ganapanes, fugitivos, hombres de palabra, gentes de oficio pegado a la tierra, muchachas fabuladoras, novios invencibles, visionarios del pasado y soñadores de la revolución. 'Lo que distingue a la novela de la narración -decía Walter Benjamin- es su dependencia esencial del libro'. El autor de este sabe muy bien que, al escribirlo, se ha alejado de aquellos que las vivieron o las contaron de viva voz. Su experiencia, pues, no puede ser la suya. Pero a cambio ha querido hacer con su memoria como un juicio de salvación de tantos seres y tantas cosas a los que no parece que se les vaya perdonar en los otros juicios, sea el de la naturaleza o el de la historia.
(Soria, 1961) es un excepcional poeta y ensayista. Rara avis en el panorama literario español por su faceta de crítico de arte, es autor, entre otros poemarios, de Con los vencejos (2004). Sus escritos sobre arte se han reunido en libros como Vida de la pintura (2001), y entre sus ensayos de crítica cultural está Las dos hermanas. Antología de la poesía española e hispanoamericana del siglo XX sobre pintura (2011). Ha comisariado numerosas exposiciones de arte (Ramón Gaya?) en el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid. Colabora asiduamente en Babelia. Los montes antiguos es su primera novela.