Agradecimientos y desagradecimientos (p. 5)Antes de empezar Crisis y castigo, o por qué la revolución
ni ha llegado ni se la espera (p. 13)Agencias de calificación: el nuevo soberano en el
neoliberalismo (pp. 59-61)I. «Mire vuesa merced que en verdad son gigantes y no
molinos de viento» (p. 63)¿Por qué fascina el Estado? El Estado como una relación
social «descompensada» (pp. 77-80)II. La memoria de los pueblos contra la memoria del poder:
¿para quién trabaja el Estado? (p. 89)El Estado, ¿señor o mayordomo? La selectividad estratégica
del Estado (pp. 102-106)III. Globalizaciones para un mundo en transición (p. 107)La Unión Europea como construcción neoliberal frente a la
globalización neoliberal (pp. 116-117)IV. La impaciencia de un concepto (p. 119)La gobernanza como neologismo del poder (pp. 126-127)V. Sin espacio entre las ruedas dentadas la falacia
tecnológica de la globalización (p. 129)El miedo global (pp. 136-137)VI. Sentarnos a dialogar el acuerdo mínimo sobre la
globalización (p. 139)Los partidos políticos en el neoliberalismo (pp. 146-147)VII. Vaivenes del Estado entre la complejidad y la
globalización (p. 151)La evolución de los valores después del neoliberalismo (p.
153)VIII. Tantos procesos de globalización y tan distintos (p.
161)La globalización como ilusión: teoría del capitalismo
monopolista de Estado (pp. 167-168)IX. Definir la globalización realmente existente: necesidad
económica, voluntad política, capacidad tecnológica y desarrollo neoimperialista
(p. 169)El régimen económico y político de Bretton Woods (pp.
178-180)X. Imperialismo, capitalismo, neoliberalismo (p. 181)Orígenes y fundamentos del neoliberalismo (pp. 191-194)XI. El camino hacia el Consenso de Washington: la condición
ideológica de la globalización neoliberal (p. 203)El programa económico de máximos del neoliberalismo: el
Consenso de Washington (pp. 211-213)XII. Otra «gran transformación»: la venganza de la
«economía» (p. 215)Globalización y precariado (pp. 226-232)XIII. La trampa de la gobernanza y la construcción de la
democracia (p. 235)El programa político de máximos del neoliberalismo: las
propuestas de la Trilateral (pp. 237-243)XIV. El Estado como poder destituyente: el cansancio
democrático del Leviatán (p. 263)Las herramientas afiladas de la hegemonía neoliberal y las
herramientas melladas de la emancipación (pp. 276-284)XV. ¿A quién escucha el Estado? La teoría del Estado en la
hegemonía neoliberal (p. 285)El Estado como novísimo movimiento social en el siglo xxi
(pp. 305-311)Para terminar Reglobalización o barbarie: la respuesta
contrahegemónica del Sur (p. 313)Una nota sobre el Estado socialista que fue y el que podría
ser (pp. 327-334)
«Hacer política decía Lenin hace ahora cien años es andar entre precipicios». En el mundo vertiginoso del 1%, del calentamiento global y de los campos de refugiados, la política vuelve a ser un ámbito en movimiento, en la calle sin rumbo y en las instituciones sin compromiso. La perplejidad política abre paso a la desdemocratización y anuncia nuevas formas de autoritarismo. Ya hay un norte en el Sur y un sur en cada Norte. La globalización neoliberal, hecha para las empresas multinacionales, desafía a los Estados nacionales. Las minorías se encuentran en la aldea global y las mayorías se desencuentran. Hobbes escogió la imagen del Leviatán, un bíblico dragón marino, para representar y celebrar en el siglo XVII los Estados absolutistas. Hoy, tras el paréntesis fugaz de los Estados sociales, convivimos con un nuevo monstruo, el neoliberalismo, no menos feroz bajo sus ropajes democráticos. La economía de mercado construye una implacable sociedad de mercado y nos regresa a un mundo de violencia y exclusión propio de otras épocas. ¿Y el Estado? Los cambios estructurales que muestra el siglo XXI parecieron acorralarlo, cuando solo con el Estado puede recuperarse el compromiso con las mayorías en nuestros países, con las generaciones futuras y con un orden global diferente al de la guerra. Ahí es donde se entiende la necesidad de re-fundar la Unión Europea y la UNASUR, o de reinventar Naciones Unidas. Sin poder político no hay esperanza. Pero el poder político, al tiempo que es solución, también es parte del problema. «No esperéis demasiado del fin del mundo», decía Stanisaw J. Lec. En este pesimismo esperanzado, no se puede olvidar que, debajo de los disfraces del Leviatán, siempre está la realidad implacable de un monstruo. Y, en las relaciones con los monstruos, los más débiles siempre son su alimento.
Es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de doctoradoen la Universidad de Heidelberg (Alemania) y dirige el Departamento de Gobierno Políticas Públicas y Sociedad Civil Global del Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Profesor invitado en numerosas universidades de América Latina y Europa, en 2010 fue ponente central en Naciones Unidas en conmemoración del Día Internacional de la Democracia. Autor de numerosos trabajos académicos, colabora habitualmente en la prensa y en tertulias políticas en radio y televisión (SER, Cuatro, La Tuerka).