Todas las vidas, incluso las más grises, incluyen un intervalo glorioso que detiene el tiempo y en el que puede contemplar la propia existencia con todo su hiiente colorido., magnífica o tuín, calamitosa o ilusionante. en esos instantes de recapitulación y detenimiento, los observadores abarcan su pasado y su futuro fundidos en un espacio de escenarios superpuestos. La clarividencia del místico y la espera del bobo comparten esa balconada. Los relatos de Los Observatorios presentan ese catálogo de tales momentos críticos. Los personajes, de la mano del narrador, son capaces de salir de su ser para observarse como paisajes, o como documentos antropológicos. Luego procuran reincorporarse a sus trayectorias previas. No siempre lo consiguen.