OCTAVIO PAZ / AMAT, FREDERIC (Ilustración)
Como sucede con Borges, Cortázar o Walter Benjamín, Octavio Paz es un autor que crece, y nos crece dentro a medida que mejor lo leemos. Él no fue -por decirlo de alguna forma-un Nobel mexicano, sino un Nobel para el mundo porque sus intereses estuvieron puestos siempre en lo que pasaba dentro de su mundo poético pero ante todo en la crítica del mundo y la sociedad. Paz no escribió para sí. Escribió desde sí para abrirnos los ojos, para que la literatura fuera un pensamiento y un reconocimiento de los otros y de nosotros mismo en los otros. A Octavio Paz hay que seguirlo leyendo porque su voz es un análisis siempre vigente y un recordatorio de su visión de la poesía no como la vida sino como la transfiguración de la vida.
Premio Cervantes en 1981 y Premio Nobel en 1990, es una de las figuras capitales de la literatura contemporánea. Su poesía ?reunida precedentemente en Libertad bajo palabra (1958), a la que siguieron Salamandra (1962), Ladera Este (1969), Vuelta (Seix Barral, 1976) y Árbol adentro (Seix Barral, 1987)? se recoge en el volumen Obra poética 1935-1988 (Seix Barral, 1990). No menor en importancia y extensión es su obra ensayística, que comprende los siguientes títulos: El laberinto de la soledad (1950), El arco y la lira (1956), Las peras del olmo (1957