La novela narra la historia de Fama, príncipe malinké y último descendiente de la dinastía Doumbouya de Horodougou. Fama, destronado y reducido a la miseria, ya no es más que un carroñero de funerales que corre a mendigar de sacrificio en sacrificio y al que sólo le queda el recurso de la palabra para expresar su menosprecio y amargura. Su mujer, Salimata, carga con la maldición de ser estéril y los recuerdos de su dura infancia: el rito de ablación, la violación, el matrimonio forzoso con Baffi, el rapto después de la muerte de su marido, y finalmente su huida a través de la selva. El autor, con una prosa que parece restituir el ritmo africano, nos muestra la realidad del África poscolonial. Las promesas de progreso hechas a los africanos, colonizados y abandonados en cuanto se emanciparon, no se cumplieron. El pueblo mismo, Togobala, aparentemente garante de la tradición está en total decadencia y ha perdido toda su autenticidad. La novela refleja el hundimiento de una sociedad completamente desestabilizada que ha extraviado sus referencias, primero bajo la dominación colonial y luego con los poderes corruptos de los dirigentes de las independencias.