En Luego les separa la noche un coro de voces forma una red invisible en una ciudad, París. Las vidas de estos personajes se van entrelazando creando un microcosmos Ileno de realidades individuales, mundos oníricos y pequeñas o grandes obsesiones. A lo largo de toda la novela la autora se está cuestionando el grado de inhumanidad y soledad que late hoy en nuestras ciudades. Son páginas Ilenas de interrogantes, en los que la misma figura del narrador literario se pone en entredicho.