PRÓLOGO
MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA
por Gonzalo de Berceo
Introducción
I. La casulla de San Ildefonso
II. El sacristán impúdico
III. El clérigo y la flor
IV. El premio de la Virgen
V. El pobre caritativo
VI. El ladrón devoto
VII. El monje y San Pedro
VIII. El romero de Santiago
IX. El clérigo ignorante
X. Los dos hermanos
XI. El labrador avaro
XII. El prior y el sacristán
XIII. El nuevo obispo
XIV. La imagen respetada
XV. La boda y la Virgen
XVI. El niño judío
XVII. La iglesia profanada
XVIII. Los judíos de Toledo
XIX. Un parto maravilloso
XX. El clérigo embriagado
XXI. De cómo una abadesa fue preñada
XXII. El náufrago salvado
XXIII. La deuda pagada
XXIV (antes XXV). La iglesia robada
XXV (antes XXIV). De cómo Teófilo hizo carta con el diablo
GLOSARIO Y NOTAS
CORRECCIONES Y ADICIONES
Gonzalo de Berceo (1198-1264?) nació en el pueblo denominado Berceo, aledaño a la abadía de San Millán de la Cogolla, a finales del siglo XII. Se trata del primer poeta de renombre en lengua castellana, además de uno de los mayores representantes del mester de clerecía. Se podría afirmar que su obra es un fresco de grandes proporciones, con un toque rústico y un admirable candor, inconfundibles ambos. Su obra capital, Milagros de Nuestra Señora, da buena cuenta de su originalidad y notoriedad. Fue ordenado sacerdote en el mismo monasterio de San Millán de la Cogolla, donde ejerció los cargos de diácono y presbítero, hasta su muerte, acaecida hacia 1264.