Cuba, año 1957. Mientras Fidel Castro anda en las montañas extendiendo su revolución, un grupo de estudiantes prepara un complot para matar al dictador Fulgencio Batista, atacándolo en el mismísimo Palacio Presidencial. En los cabarets estallan bombas todas las semanas, sonando con más fuerza que los boleros de Benny Moré. Flamantes Chevrolets recorren La Habana. El presidente Batista juega a la canasta con el embajador norteamericano y recuerda su amistad con Pablo Neruda. Los estudiantes, liderados por el gordo Manzanita, reúnen armas para asaltar el Palacio. Murciélagos en un burdel es más que un thriller. Más que una recreación de La Habana de los años 50. Más que una aproximación a la figura de Fulgencio Batista, el hombre que creó a Fidel. Es una historia contada con tanta pasión, que parece que ocurrió ayer. De su autor Gregorio León, el chileno Jorge Edwards (Premio Cervantes 1999), ha dicho que es un escritor ingenioso, ágil, de humor y de imaginación.
Gregorio León nació en Murcia un día muy caluroso de 1.971. Se gana la vida desde hace más de veinte años como periodista de Onda Regional, la emisora autonómica de Murcia. También ha hecho televisión. Tiene cinco novelas publicadas: Murciélagos en un burdel (Premio Ciudad de Badajoz), El pensamiento de los ahorcados (Premio Diputación de Córdoba), Balada de Perros Muertos (Premio Valencia de novela), El último secreto de Frida K. (Premio Alarcos Llorach) y La emperatriz de jade. Igualmente ha recibido el Premio Alfonso Grosso de relatos, o el Miguel de Unamuno, entre otros. Su obra ha sido traducida al francés. Confiesa que cuando inicia la escritura de una nueva novela siempre persigue un objetivo: escribir una historia fácil de leer, pero difícil de olvidar. Billy Wilder no podía estar equivocado: el primer mandamiento es "No aburrirás". Por eso es mejor no alargar más de la cuenta el texto de una solapa. A esta solo le falta un detalle: Twitter: @GregorioLeonOR