En el sur de Italia, junto al mar, encontramos uno de los lugares más bonitos y con más personalidad del país: Nápoles y su golfo, a la eterna sombra del Vesubio, el volcán que en el año 79 d. de C., sepultó con su lava a Pompeya, convirtiendo la vieja ciudad romana en una cápsula del tiempo que hoy nos permite seguir el día a día de la vida en aquella época. Y siguiendo con los recuerdos de la época imperial, la mítica Capri, la isla elegida por los emperadores Augusto y Tiberio para levantar sus palacios de verano.
Si los turistas durante mucho tiempo han estado frecuentando la capital y el interior del golfo, en la actualidad dirigen sus pasos a la seductora Costa Amalfitana, una costa salvaje y escarpada donde los pueblos parecen aferrarse a la roca para no desaparecer en el mar.
Y en el centro de todo: Nápoles, cargada de historia y leyendas ofreciendo su visión personal e inconfundible de Italia. Una ciudad que durante años permaneció bajo el dominio español, hoy son numerosos los palacios que corresponde a aquella época, lo mismo que su castillo, y que al mismo tiempo ha sido cuna de numerosos artistas, a otros simplemente les acogió, por ejemplo Caravaggio que dejó algunas de sus mejores obras, o José de Ribera Lo Spagnoletto quien viviría durante un tiempo en Nápoles cuando pertenecía a la corona española.