Escrito en Roma, reescrito en Atenas y corregido en Argel, entre 2007 y 2017, este libro plantea una personal versión del mito de Narciso y a la vez una reflexión sobre uno de los más agudos males contemporáneos, el narcisismo. De igual manera que Narciso se refleja en la fuente, el autor se reflejó en el mito y ambos en la fuente de la página, en un juego de espejos y espejismosque cifra el origen de una herida, de una enfermedad: la condena del ser humano a pasarse la vida solo, elaborando una sutil y compleja gramática íntima, un idiolecto absorto, proyectando lo que es y lo que siente en los demás, convirtiéndolos en sombras nacidas de su sed insensata e insaciable. Juan Vicente Piqueras habla de un mal solitario que aísla y aleja, que convence a quien lo padece de ser el centro del mundo y a los demás en ecos que lo llaman echándolo de menos. Machado tuvo claro que un corazón solitario no es un corazón, dejó en el aire la pregunta de Narciso ?para qué sirve la sed? y nos advirtió para siempre de que en nuestra soledad vemos cosas muy claras que no son verdad. De lo que ve Narciso en su soledad trata este libro.
Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia y trabaja en el Instituto Cervantes, actualmente en Lisboa. Ha publicado, entre otros, los libros de poemas Tentativas de un héroe derrotado (1985), Castillos de Aquitania (1987), La palabra cuando (premio José Hierro, 1992), La latitud de los caballos (premio Antonio Machado en Baeza, 1999), Adverbios de lugar (2004), Aldea (premio del Festival Internacional de Medellín, 2006), Palmeras (2007), La hora de irse (premio Jaén de poesía, 2010), Yo que tú (2012), Atenas (premio internacional Fundación Loewe, 2013), La ola tatuada (2015), Padre (2016) y Animales (2017). Ha traducido a autores como ToninoGuerra, Izet Sarajlic, Ana Blandiana, Kostas Vrachnós, Elisa Biagini y Cesare Zavattini.