La obra de Rodríguez Garraza supuso un primer enfoque de la historia político-institucional de Navarra en las décadas finales del Antiguo Régimen. Se trata de un relato y análisis de los hechos desde un enfoque positivista y sin apriorismos. Este trabajo pionero ha abierto nuevas perspectivas por su atención minuciosa a lo que los documentos nos dicen. José Mª Jover, de recordada memoria, se refirió a esta obra como «excelente monografía [...] que define a su autor como uno de los mejores y más documentados especialistas en la historia regional del Ochocientos». Recientemente, el profesor G. Monreal Zía se refiere a este autor como «pionero en los estudios sobre la crisis foral de Navarra en los siglos XVIII y XIX [...]. Sus dos monografías son ya clásicas».
Tras una breve introducción entre 1804 y 1828, analiza con profundidad la difícil supervivencia del autogobierno navarro entre 1829 y 1833. A su vez, la guerra carlista es estudiada desde la perspectiva de los campos liberal y carlista, subrayando principalmente los proyectos transaccionistas habidos desde 1834 a 1839. Igualmente recoge documentos importantes como las Bases carlistas de 1838, señalando «hasta qué punto el carlismo navarro llegó a pensar en una monarquía netamente foralista». Otra constante del autor, a lo largo de toda la obra, consiste en presentar a Navarra implicada en el contexto más amplio de la cuestión vasca, aunque, a la altura de 1841, las soluciones de aquella y los otros territorios forales fueran muy distintas.