Juan Eduardo Cirlot escribió Nebiros, la única novela en su obra, en el verano de 1950. Su editor debía de haber sido José Janés, pero la censura española no autorizó la publicación por considerarla «de una moralidad grosera» y «repugnante». En el epílogo, Victoria Cirlot explica las vicisitudes de este manuscrito que ha permanecido olvidado y perdido durante más de medio siglo para retornar fantasmagóricamente justo en el centenario del nacimiento del poeta.
Nebiros relata el paseo nocturno de un personaje por los prostíbulos de una ciudad portuaria, nunca nombrada, dentro de un clima denso y agobiante. Las calles, los bares, la gente, las prostitutas, son percibidos por un ojo que traspasa las fronteras de lo real para alcanzar las zonas de la alucinación. Las imágenes del mundo exterior se confunden con los monólogos interiores del protagonista a través de los cuales el lector asiste a una concepción del mundo, profundamente nihilista y abismada en el problema del mal. El nombre que da título al libro es el de un demonio y ciertamente infernal es el viaje propuesto. La novela se sitúa en una tradición muy concreta, que no es otra sino la de aquella literatura ocupada en el mal, tan bien diseñada por Georges Bataille.
Juan Eduardo Cirlot (Barcelona 1916-1973) fue compositor, poeta y crítico de arte. Fue formado en la composición musical por el maestro Fernando Ardévol y perteneció al círculo Manuel de Falla, aunque en 1950 abandonó definitivamente este ámbito de creación. Entre 1940-1943 vivió en Zaragoza, movilizado por los nacionales, y en esa ciudad fue acogido por el grupo intelectual, en especial, por Alfonso Buñuel, hermano del cineasta, lo que le permitió acceder a la biblioteca de éste y entrar en contacto con el surrealismo. En 1949 conoció a André Breton en la Place Blanche de París y a partir de entonces mantuvieron una estrecha amistad. Entre 1949 y 1954 conoció el musicólogo y etnólogo Marius Schneider que le formó en simbología. En 1949 entró a formar parte del grupo Dau al Set. La editorial Siruela ha publicado su obra en prosa más importante, Diccionario de los símbolos (con veinte reediciones desde 1997), así como el Diccionario de los Ismos, y su obra poética completa en tres volúmenes: Bronwyn (2001), En la llama (2005) y Del no mundo (2008).