Cuando Alfred es nombrado embajador en París, su mujer, Fanny, se convertirá en la encargada de manejar los asuntos cotidianos de la embajada. De repente se verá alternando con la aristocracia y lo más granado de la sociedad parisina, dando cócteles y cenas, y contemplando asombrada como cada nimio detalle de su vida es aireado en los periódicos. Por si fuera poco, tendrá que mediar en los asuntos sentimentales de sus amigos y encauzar a sus indómitos hijos, cuyos modernos estilos de vida uno es teddy boy y otro hippie no termina de comprender. Además, parece que una crisis diplomática está a punto de estallar, dejando claro que la vida en una embajada es todo menos aburrida. En No se lo digas a Alfred, Nancy Mitford combina personajes nuevos con otros que ya aparecían en A la caza del amor y Amor en clima frío y nos ofrece una despiadada sátira de los círculos parisinos más exclusivos así como de las siempre ambiguas relaciones entre Inglaterra y Francia. Sus mordaces diálogos y su extraordinaria capacidad para modelar personajes le permiten ofrecer al lector una sutil y divertidísima novela.
Nancy Mitford nació en Londres, primogénita del barón de Redesdale. Su azarosa infancia en una remota casa de campo junto a sus seis hermanos se cuenta en los capítulos iniciales de A la caza del amor, novela parcialmente autobiográfica. Sus padres tenían una visión particular de la educación de sus hijas y las únicas clases a las que Nancy asistió en su infancia fueron de equitación y francés.De formación por tanto autodidacta, Nancy Mitford empezó a escribir en 1932, y publicó cuatro novelas antes del gran éxito de A la caza del amor en 1945. Tras la guerra, se trasladó a París donde vivió hasta su muerte. Al éxito de A la caza del amor, le siguió el de Amor en clima frío (1949), La bendición (1951) y No se lo digas a Alfred (1960). Es autora asimismo varias biografías, así como de una famosa colección de ensayos, Noblesse Oblige, sobre lo que estaba de moda y lo que no entre la esnob aristocracia británica del momento.