Siempre vertiginosos, siempre implacables en la voluntad de llevar a sus personajes al abismo o dejarlos colgados del borde, los relatos de este volumen (nueve, por cierto, como aquellos muy memorables de Salinger) son pequeñas ratoneras exactas y temibles. Pletórica de referencias pop y también de observaciones agudas sobre la realidad, la prosa de Josué Sánchez traza una serie de tramas crispadas alrededor de un puñado de obsesiones irrenunciables: la comida como escondite, diálogo o lucha, pero también el divorcio, el abandono, la maldita soledad.
"No se trata del hambre es un libro memorable que abre el apetito para leer más." Antonio Ortuño