Tan breve como poderoso, este texto es una suerte de testamento vital escrito dos años antes de suicidarse- de uno de los escritores más lucidos de la segunda mitad del siglo xx, además de una magnífica puerta de entrada al resto de su obra.
Stig Dagerman (Älvkarleby, 1923 - Enebyberg, 1954). Nacido en la Suecia rural de principios del siglo xx, a los 11 años se trasladó definitivamente a Estocolmo. Militó desde muy joven en los círculos anarcosindicalistas suecos y escribió para su prensa; se integró en la sección juvenil de la Sveriges Arbetares Centralorganisation (SAC), a la que pertenecía su padre desde 1920. Entre los 21 y los 26 años escribió cuatro novelas, cuatro piezas de teatro, una colección de novelas cortas y un gran número de artículos, crónicas y reportajes. Influido por los novelistas estadounidenses de los años veinte, publicó la novela La serpiente (1945), que reflejaba la ansiedad y el temor resultantes de la II Guerra Mundial. En 1946 emprendió un viaje por la Alemania destruida como corresponsal del Expressen. En 1954 se suicidó dando lugar al mito del escritor joven, brillante y melancólico.