Pocos años antes de morir, Carlos Barral hizo una antología de su espléndida obra periodística destinada a ser publicada en México, pero finalmente la edición no vio la luz. Ahora, más de diez años después de la muerte del poeta y mítico editor, publicamos Observaciones a la mina de plomo, el último eslabón de su obra. Agrupados en cinco secciones, los artículos aquí reunidos reflejan a un Barral extraordinariamente lúcido, preocupado por problemas políticos, lingüísticos, éticos, morales o medioambientales, inexorable crítico de la realidad, elegíaco cantor del verano, el mar y del agónico mundo de pescadores de su Calafell natal. En estas páginas disfrutamos del cáustico ensayista que tan pronto habla de la progresiva desaparición de la corbata como de la defensa de los animales, del brillante conversador de madrugada que arremete contra Borges o recuerda a su amigo Gabriel Ferrater, del agudo lector que habla de Joseph Roth, Baudelaire o Machado, del aristocrático senador que comenta asuntos de política europea, del excelente poeta, en fin, que nos deslumbra con las pasiones de su inteligencia. Cada artículo es una pequeña gema, un ejemplo de la mejor prosa que ha dado la literatura española contemporánea, el contrapunto ideal tanto a su poesía como a sus memorias, unas impresiones escritas con la ironía y la elegancia de un diletante del siglo XVIII que hubiera sido invitado a pasar una temporada en el siglo XX.
Escritor y editor (Barcelona, 1928-1989), estudió Derecho en la Universidad de Barcelona. En 1950 empezó a trabajar en la empresa editorial de su familia, haciendo de ella un referente en el mundo literario hispánico de la época. Formó parte de la generación literaria de los 50 junto a fi guras de la talla de Jaime Gil de Biedma o Gabriel Ferrater. En 1952 apareció su primer libro de poemas, Las aguas reiteradas, al que siguieron, entre otros, Metropolitano (1957) y 19 fi guras de mi historia civil (1961), así como su poesía completa en Usuras y fi guraciones (1973). Con Años de penitencia (1975) inicia la publicación de sus memorias. En 1988 obtuvo el Premio Comillas por el tercer volumen de sus memorias, Cuando las horas veloces. Fue además senador por Tarragona en 1982 y parlamentario europeo.