En el último tercio del siglo veinte brotan dos poderosos fenómenos colectivos: la carrera maratoniana se traslada desde las pistas olímpicas a las calles, y se convierte en el festivo ritual urbano distintivo de las grandes metrópolis; de otra parte, una oleada de angustia apocalíptica, nacida en el mundo rural norteamericano, alcanza cotas insospechadas en los bordes del milenio.
Dos figuras portadoras de tales mitos -el corredor y el predicador- chocan en la final de la Maratón Olímpica de Atenas 2004, en un incidente breve que contemplan en directo más de mil millones de telespectadores.
El análisis de este choque, de sus raíces históricas, doctrinales y políticas, de su reflejo en los medios a la luz de diversas teorías de la comunicación, revela algunas de las claves del inquietante mundo en que vivimos.