En el conjunto de la Eneida de Virgilio, el libro cuarto -que aquí setraduce en hexámetros castellanos por fidelidad al ritmo deloriginal-, destaca con luz propia. La seducción ejercida y elprestigio del que ha gozado son lógica consecuencia de sus altosvalores éticos y estéticos, pues tiene, en primer lugar, una palmariarotundidad argumental, sellada con la muerte de su protagonista; y sesingulariza en el universo épico (que por norma se centra en loshechos del varón, en la guerra y en las armas) por ser iluminación desentimientos y no relato de acciones, y por atender predominantementea la esfera de lo femenino. Este es el libro de una mujer enamorada:Dido, reina de Cartago. Pero también es aquí donde el héroe Eneas seenfrenta de manera más radical a la difícil elección entre su yo y supueblo, entre afirmarse como individuo y seguir siendo el guía, sostén y servidor de los que van con él. Hay en este libro símilesnaturalistas de innegable acierto y detallada visualización, versos de impactante armonía sonora, lenguaje mesurado y llano, que sugieremucho más que dice. No en vano este libro ha
(70 a.C.-19 a.C.) es el poeta más importante de la literatura latina antigua, el clásico por excelencia, receptor y recreador del espíritu griego al tiempo que representante de la genuina romanidad, y además «padre de Occidente» (Th. Haecker). Es autor de las Bucólicas o Églogas (poemas pastoriles), de las Geórgicas (poesía didáctica) y de la Eneida (epopeya). Vive en época del principado de Augusto, de cuyos ideales políticos se hace eco, y es miembro del llamado «círculo de Mecenas».