En un futuro cercano, la tercera guerra mundial se recrudece a marchas forzadas, y la Tierra, plagada de virus y radioactividad, resulta inhabitable; al menos, eso cree la inmensa mayoría de la población que, confinada en factorías subterráneas, sólo conoce del exterior lo que ve en los informes televisivos. Pero éstos no ofrecen más que mentiras sistemáticas ideadas por profesionales del artificio, guardianes de una realidad radicalmente distinta: la guerra acabó hace años y el planeta es un gran jardín. Escrita en 1964, La penúltima verdad anticipa el uso de la televisión como medio de manipulación de masas. Dick pone de nuevo su salvaje imaginación al servicio de la denuncia de los abusos del poder y del cuestionamiento de la naturaleza de la realidad. En esta suerte de reescritura del mito de la caverna, a su vez, desenmascara la esencia del capitalismo, que necesita del sometimiento para subsistir.